Partiendo de la idea de lo público, una ciudad no es otra cosa más que eso. Un sitio de comunidad, de espacios de encuentro, para la expresión y la convivencia.
Contraria a ésta idea se encuentra lo privado, que es entendido de dos maneras: propiedad privada por así decirlo “personal” y corporativa. Sin embargo, éstas últimas no son ajenas a la ciudad. Su propiedad será privada pero su imagen seguirá siendo pública y al momento de ser fotografiada, el fotógrafo la apropia y la hace suya.
La fotografía urbana responde a este derecho y debería tener acceso a todos los ambientes de una ciudad, independientemente si es la casa de alguien, la fachada de un banco o un barrio de mala muerte.
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